martes, 4 de diciembre de 2007

¡Ay, Osvaldo Lamborghini!

... Lo que me asusta de mi alma es que no la tengo. Ahora pasé de los cólicos y las diarreas (¡en pleno invierno!) a las malvecinas congestiones de la nariz y del aparato general, respiratorio. Algo se hiela y yugula allí dentro. Si hablo, sí. Una red de nieve, témpano. Cada palabra congela a alguna de las notas de la sangre. La pulsación armónica, musical, queda impedida. Escribir: clavel de la tormenta, escribo el brote raquítico de abolir el placer de todos. Queda el mío: hielo y barro ...

2 comentarios:

Diego de Ávila dijo...

¿Esto es de Lamborghini o es un texto en consecuencia dé?

Me llego a las manos un cadáver parido por Osvaldo Lamborghini. Era mostruoso; estaba claro que ni las piernas, ni los brazos ni la cabeza estaban en su lugar, en cambio despedía un olor intenso poco asociable con el de las cirugías. Sencillamente era así.

Se movió y me dijo cosas. Y es un cadáver muy hermoso.

antiprímula dijo...

Bott: Es de Lamborghini, yo solo lo admiro. Saludos.