sábado, 11 de julio de 2009

homenaje a la poesía de Jorge Luis Borges

Poema para desmoronarse

Pero dignarme al derrumbe. Hay algo que se esconde detrás de este fracaso, acaso un modo de disponerse amablemente sobre la cama y sonreír como si nada me perteneciera. Y cuando digo nada: horadar mi rostro en vanas sábanas Pero ella, arraigada a su antigua sumisión su misión de ser mi poesía, mi escándalo. ¿Cuál es mi fracaso, mi sentido del terror? ¿Y su error, de permanecer anexada a mi tabla, a mi sexo? Algo en mi piel me subyuga hasta el amaneramiento, y mi sutileza radica en la violencia, demasiado equilibrio en esta farsa naturaleza. Soy el oprobio de nuestro propio pueblo, vuelvo con decencia: en mi pueblo no sos la que reina: Pero, es sólo el doble filo de mi alma: mi modo de amar es un cuchillo. ¡Hago catástrofes con tu cuerpo! te he encerrado tantas veces en mis omnipotentes relámpagos, y ahora pago por lo que elegí, por mi herejía, porque te he erigido: siempre. Desmoronarme, asombrarte en mis escombros: pero algo me impide sonreírte vulnerable, Anochece demasiado rápido, para no pasar por pausa caí débil, inmaduro; para no pasar por cursi seguiré hiriéndote. Soy un tren miserable que se arrastra sin gente: no soy la gente, no soy el mundo, ando a contrarumbos como monstruo en su escondite, más solo que perro muerto al costado de la ruta, que paloma vieja arriesgando su carne en el tacho. ¡Pero desperdiciar mi basura contigo! Sigo extrañándote aunque estés cerca. Alguien en mí se ensancha y te busca, te espía detrás de la cortina pero yo soy la cortina y no la podrá correr: fui siempre la madre que se inmuta, el padre abandonado: la deuda del hijo, el tajo en el cuello de mis pobres vampiros. Una noche sin secuelas, dada la crueldad de mi encorvo la mañana se cuela dudosa por mi espalda, y tu ausencia - pero tan cerca - me arrastra por la cama. Por la sola razón de que soy, seguiré siendo el esclavo de "cada cual a lo suyo", seguiré muriendo en y por la boca del otro. Porque soy otro que no se reconoce, que no te reconoce. Tengo los ojos hechos sótanos y mi alma es una vieja enferma en su cuarto más oscuro, Y estoy solísimo y algo en mí te solicita, te idealiza. Escribir hoy es difícil, cada vez caigo más hondo en mi abecedario : Pero algo merece ser matado en la hoja. Y este alud de conversiones anónimas en las que tropiezo sin ser visto, Y este pretexto de belleza para no pasar por muerte me deja cada vez más noche, más sombrío y lluevo por cada techo, y cada vez con más sabor a humedad, a vapor. Mi realidad está yendo a parar atrás.
***
de mi querido Jorge Agustín Romero, que escribe así y lo podés leer acá.

jueves, 9 de julio de 2009


Morir
es un arte, como todo.
Yo lo hago
excepcionalmente
bien.
Tan bien que es una barbaridad.
Tan bien que parece real.
Se diría, supongo, que tengo el don.
Sylvia Plath.

martes, 7 de julio de 2009

Días raros

Una semana encanallada, llena de debilitamientos. “Hay que fundar territorios de belleza” escuché de un amigo y la frase me despertó de una pesadilla lenta y vizcosa. Aplaudo su frase, y me la apropio, no en el sentido ingenuo ni cándido del término, fundar belleza salvaje, vital, que oponga resistencia a todo aquello que nos hunde, nos enferma, nos fractura, nos debilita. Desde una rebeldía vital rechazar de plano a quienes amedrentan con información aterrorizadora sobre la pandemia, a los que comercian con la salud y la enfermedad física y mental de sus congéneres, a los que no deciden nada, a los que impugnan, a los que abandonan antes de empezar, a los que quieren que todo siga igual, a los cobardes, a los egoístas, a los fatuos. Fundar territorios de belleza para oponerse a tanta tristeza, a tanta opacidad, a tanto encierro, a tanta debilidad, a tanta falta de respeto. Dejar para ellos la vejez, la decrepitud y la muerte, apropiarnos de un impulso vital que nos permita, aunque casi sin esperanzas y con cansancio y con errores, habitar un territorio personal en el que uno pueda sentir que piensa, que opina, que resurge de las cenizas de lo que intentaron incendiar. Escribir, actuar, hacer música, lo que uno pueda, pero no contagiarse de muerte.