viernes, 30 de noviembre de 2007

Otro de Olga Orozco

ENTRE PERRO Y LOBO
Me clausuran en mí.
Me dividen en dos.
Me engendran cada día en la paciencia
y en un negro organismo que ruge como el mar.
Me recortan después con las tijeras de la pesadilla
y caigo en este mundo con media sangre vuelta a cada lado:
una cara labrada desde el fondo por los colmillos de la furia a solas,
y otra que se disuelve entre la niebla de las grandes manadas.
No consigo saber quién es el amo aquí.
Cambio bajo mi piel de perro a lobo.
Yo decreto la peste y atravieso con mis flancos en llamas
las planicies del porvenir y del pasado;
yo me tiendo a roer los huesecitos de tantos sueños
muertos entre celestes pastizales
Mi reino está en mi sombra y va conmigo dondequiera que vaya,
o se desploma en ruinas con las puertas abiertas a la invasión del enemigo.
Cada noche desgarro a dentelladas todo lazo ceñido al corazón,
y cada amanecer me encuentra con mi jaula de obediencia en el lomo.
Si devoro a mi dios uso su rostro debajo de mi máscara,
y sin embargo sólo bebo en el abrevadero de los hombres
un aterciopelado veneno de piedad que raspa en las entrañas.
He labrado el torneo en las dos tramas de la tapicería:
he ganado mi cetro de bestia en la intemperie,
y he otorgado también jirones de mansedumbre por trofeo.
Pero ¿quién vence en mí?
¿Quién defiende de mi bastión solitario en el desierto, la sábana del sueño?
¿Y quién roe mis labios, despacito y a oscuras, desde mis propios dientes?

jueves, 29 de noviembre de 2007

cruel en el cartel

Soñé otra vez con aquella pequeña casa con jardín, esta vez con el recuerdo de ese sueño.
Hombre mirando al sudeste: ayer te ví. Como en un cuadro, un afiche de cartón, liso, jóven, bello. Detenido en el vano de la puerta del bar, buscando marco. Creyéndote merecedor de mi mirada, y de la de todos. Pensándote merecedor de la mirada del mundo. Sabiéndote jóven y liso y bello. Erguido, mirando al sudeste, en el marco del cuadro que con aire casual montás.
Posaste, y te saqué la foto. Linda, la foto.
Hice medio giro y me fui mirándola en mi cabeza, preguntándome cómo fué que lloré tantas noches por vos, tantas lágrimas, tanto desconsuelo, tanta partida. Llegué a la parada del 15 canturreando. Yo te dí un hogar...
Siguió mi día y mi noche y mi amanecer, olvidé la foto y el bar y tu aire casual y tu lejano sudeste. Soñé con el recuerdo de haber soñado en noches viejas aquella pequeña casa con jardín.
Sigo mi camino. Siempre me espera el mar, me salva saber que está, mañana iré por él.

martes, 27 de noviembre de 2007

Para difundir.

Lo que no llega a leerse en el recuadro bordó de la foto dice: Si tenés un familiar víctima de desaparición forzada entre 1974 y 1983.
(El resto creo que se lee con claridad).
POST NO ETIQUETADO.

"Volver" de Antonio Di Benedetto

Le explico a Horacio: -Hoy he recibido la invitación para el acto de Manuel que se hizo el lunes. Horacio comenta: -Lindo tema para un cuento fantástico. No me dice cómo, queda a mi cargo. Decido volver al lunes, pero el acto se ha suspendido. Tengo que volver al jueves, el día que hablé con Horacio. Pero al regresar ya no es jueves, sino viernes. Entretanto el jueves ha ocurrido que... Reflexiono que de otra manera ya me ocurrió. Yo tenía que buscar, hacia atrás, a una mujer. Y ella tenía que buscarme a mí. Retrocedimos, pero cada uno por su propia inspiración y sin ponernos de acuerdo previamente. Nunca coincidimos en nuestros retrocesos e intentando dar con el día exacto para los dos, malgastamos la vida. Cada vez llegábamos más atrás en el calendario. Deduzco que, de una y otra experiencia, podría sacar una conclusión, aunque evidentemente amarga: No se puede volver a lo que se quiso.

lunes, 26 de noviembre de 2007

creer o reventar

Hoy, a las 9.30 de la mañana, en Avenida de Mayo y San José, un poco dormida, pero no tanto como para soñar, me encontré después de años con el mago.
Volvió a sacar un conejo de su galera.
Y, por un ratito, lo mágico se hizo realidad.

¡Gracias, mago!

domingo, 25 de noviembre de 2007

Tal vez no se trate de deslumbramientos, ni de salvatajes, ni de resurrecciones, ni de sanaciones, ni de escándalos pasionales, ni de redenciones, ni de magias, ni de brillos, ni de elevaciones celestiales, ni siquiera de entendernos. El agujero negro personal está siempre con uno, nadie podrá borrarlo.
Tal vez se trate solamente de aliviarnos la pena.
Tal vez se trate de saber o aprender a hacerlo.
Tal vez en eso consista toda sabiduría.

viernes, 23 de noviembre de 2007

César Vallejo (1892-1938)

¡Y si después de tantas palabras,
no sobrevive la palabra!
¡Si después de las alas de los pájaros,
no sobrevive el pájaro parado!
¡Más valdría, en verdad,
que se lo coman todo y acabemos!
¡Haber nacido para vivir de nuestra muerte!
¡Levantarse del cielo hacia la tierra
por sus propios desastres
y espiar el momento de apagar con su sombra su tiniebla!
¡Más valdría, francamente,
que se lo coman todo y qué más da...!
¡Y si después de tanta historia, sucumbimos,
no ya de eternidad,
sino de esas cosas sencillas, como estar
en la casa o ponerse a cavilar!
¡Y si luego encontramos,
de buenas a primeras, que vivimos,
a juzgar por la altura de los astros,
por el peine y las manchas del pañuelo!
¡Más valdría, en verdad,
que se lo coman todo, desde luego!
Se dirá que tenemos
en uno de los ojos mucha pena
y también en el otro, mucha pena
y en los dos, cuando miran, mucha pena...
Entonces... ¡Claro!... Entonces... ¡ni palabra!

jueves, 22 de noviembre de 2007

Libros que hacen pensar y ayudan a entender

El siguiente párrafo es un comentario sobre Zygmunt Bauman y su teoría de liquidez en los tiempos que corren. El presente artículo refiere más a su libro "Amor líquido" aunque su producción es harto más amplia.
Viene bien leer algo suyo, a pesar de que por momentos duela vernos reflejados en su espejo.
¿Liquidez o liquidación del amor? ¿Hemos acabado con el amor a base de conferirle flexibilidad, falta de consistencia y duración a nuestros vínculos afectivos? En esta nueva entrega de sus atinadas observaciones sobre los cambios de actitud y mentalidad que comporta la sociedad globalizada, Bauman escoge como protagonista principal a las relaciones humanas, profundizando en las paradojas del eros contemporáneo, siempre avaro de seguridad en el trato con los demás, derrochador en la búsqueda de oportunidades más atractivas y, al mismo tiempo, temeroso de establecer lazos fuertes.Es la angustia ambivalente del querer “vivir juntos y separados” lo que constituye para el prestigioso sociólogo polaco uno de los elementos más destacados de la condición humana actual, que aquí examina con lujo de detalles, del sexo sin compromiso a las parejas semiadosadas. Pero Bauman hace algo más que limitarse a constatar esta situación o a divagar acerca de las peculiaridades del amor y la sexualidad en nuestros días, por más que su libro tenga un confesado carácter fragmentario. Sus consideraciones sobre esta nueva fragilidad de los vínculos amorosos pretenden ser, ante todo, una llamada de atención acerca del preocupante desmoronamiento de la solidaridad en una sociedad cada vez más individualizada, donde el amor al prójimo se ve sustituido por el miedo al extraño. Con el análisis de dichas paradojas del amor en tiempos de fuerte disolución de los vínculos sociales, Bauman vuelve así a ejemplificar diversos pormenores de su conocido diagnóstico sobre la ambigüedad inherente a esta etapa de la modernidad que él suele calificar como “líquida”. La novedad de su libro, publicado originalmente en inglés en 2003, lo es, por tanto, más por extensión del campo de aplicación de sus tesis que por intensión, puesto que Bauman ya había definido suficientemente esta especificidad de nuestro tiempo en obras anteriores como Modernidad líquida (2000). Allí, en efecto, se había referido ya al contraste entre la primera modernidad o modernidad en su fase “sólida” –donde la labor ilustrada de desintegración de las autoridades y lealtades tradicionales se efectuó básicamente a fin de dejar sitio a principios más sólidos y duraderos– y la nueva fase desplegada a lo largo del siglo XX, donde la emancipación de la economía de sus antiguas ataduras propició la extensión de una racionalidad instrumental, guiada por el puro cálculo de beneficios, a todos los ámbitos de la vida. Amparada en una presunta defensa de la libertad individual, la creciente desregulación o “flexibilización” de mercados y puestos de trabajo ha venido desposeyendo desde entonces a los antiguos Estados-nación de su capacidad para intervenir frente a los poderes económicos globales, al tiempo que la quiebra del viejo núcleo de creencias compartidas por la totalidad social ha ido forzando a los individuos a buscar soluciones privadas a los problemas públicos, generando ese nuevo territorio de lo que Bauman llama “políticas de la vida”, donde florecen alianzas tenues e intercambios fugaces.Disueltos los nexos entre elecciones personales y acciones colectivas, el espacio de la modernidad se fluidifica y vuelve inestable. La liquidez de la modernidad es resultado, así pues, de su privatización y es por este motivo por lo que Bauman analiza la especial fragilidad que revisten hoy día los vínculos humanos como un caso destacado de la lógica del consumo que rige esta sociedad.Ello, unido a la ya mencionada fragmentariedad del discurso, puede desorientar un tanto al lector no familiarizado con la obra de Bauman, quien en el primer capítulo inscribe sus reflexiones en una larga y venerable tradición, que, de Platón a Freud, ha indagado en la naturaleza última del amor. Muchas de las apreciaciones de ese primer capítulo parecen oponer a las “relaciones de bolsillo” de nuestro tiempo (relaciones que uno se guarda sin cultivarlas a diario, sólo para sacarlas cuando hace falta), con inequívoco tono de reproche, un modelo de amor “eterno” algo trasnochado. Conviene no olvidar, sin embargo, que el objetivo final de Bauman es dilucidar cómo la urgencia consumista, al permear todas las esferas de nuestra existencia, distorsiona igualmente el terreno de los afectos, forzándonos a pensar las relaciones en términos de costos y beneficios. Quiere inspirar una ética responsable y solidaria, sin que el suyo sea el discurso de un moralista escandalizado por la promiscuidad actual. Precisamente el hecho de haber intentado afinar la esquemática distinción entre modernidad y postmodernidad nos advierte de que Bauman es consciente de que la crisis y fluidificación de las relaciones afectivas es un fenómeno experimentado desde la primera modernidad. Tal fue ya, por remontarnos a un ejemplo destacado, el tema de la gran novela de Goethe, Las afinidades electivas, que exploró cómo la extraña química del deseo impulsaba a algunas parejas a disolver sus otrora firmes lazos amorosos y a entablar nuevas relaciones. El trágico desenlace de los personajes arrebatados por la pasión era una advertencia del gran poeta del clasicismo alemán para que el individuo se contuviera en los límites de una personalidad armoniosa, con una identidad centrada en sus compromisos sociales y profesionales, tal como luego teorizara Max Weber en La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Hoy, en cambio, la ética del trabajo y la fidelidad a la profesión han sido reemplazadas por una estética del consumo y su diversidad de ofertas (comerciales, laborales, sentimentales). Esto es verdaderamente lo que preocupa a Bauman: lo que se esconde tras tanta fluidez e inconstancia. No el que nuestros deseos fluctúen o el que vivamos varias historias de amor, sino más bien el que todas esas vidas e historias posean el carácter de simulacros, de “vidas desperdiciadas” también, al fin y al cabo como las de otros parias de la modernidad, porque en ningún caso estamos dispuestos a asumir un compromiso duradero. Aquí radica el punto doliente de los amores líquidos del presente, en el hecho de que el arte de romper las relaciones y salir ileso de ellas supere ampliamente al arte de componer las relaciones, según se aprecia en las páginas de tantas revistas del corazón o en las recetas de tantos gabinetes de autoayuda, que nos adiestran sobre el nuevo espíritu de los vínculos afectivos. Simplemente se trata de aprender a preservarnos, como consumidores de otros que no quieren gastarse a sí mismos. El auge de esos consultorios para la vida feliz –tema sobre el que también acaba de publicar un libro excelente Francisco Vázquez García (Tras la autoestima. Variaciones sobre el yo expresivo en la modernidad tardía), la fascinación por los contactos a distancia que permiten las nuevas tecnologías o la obsesión por la fama inmediata de los más celebrados concursos televisivos (que destilan un único mensaje: competir e imponerse al resto es la clave del éxito) son algunos ejemplos destacados de esta nueva sensibilidad. Mediante ellos, Bauman explica la importancia decisiva que hoy adopta el tema de las “relaciones”, así como la extrema ambivalencia y ansiedad con que nos enfrentamos a ellas. Con su habitual talento, buena pluma y agudeza crítica, Bauman ha escrito un nuevo capítulo de esa historia oculta de nuestra modernidad tardía, que Erich Fromm describió en términos de “miedo a la libertad”. Deudor del análisis de la sociedad disciplinaria de los frankfurtianos y Foucault, ha acertado a desenmascarar la rigidez que sigue latiendo en esta sociedad aparentemente tan flexible y le ha puesto nuevo, rotundo título: miedo al amor.

martes, 20 de noviembre de 2007

Desde la rama II

"Todos mis semejantes tienen un ala rota.

Yo también, y no los alcanzo".

(Me lo contó un pajarito).

Esa es tu pena de Olga Orozco

Esa es tu pena.
Tiene la forma de un cristal de nieve que no podría existir si no existieras
y el perfume del viento que acarició el plumaje de los amaneceres que no vuelven.
Colócala a la altura de tus ojos
y mira cómo irradia con un fulgor azul de fondo de leyenda,
o rojizo, como vitral de insomnio ensangrentado por el adiós de los amantes,
o dorado, semejante a un letárgico brebaje que sorbieron los ángeles.
Si observas al trasluz verás pasar el mundo rodando en una lágrima.
Al respirar exhala la preciosa nostalgia que te envuelve,un vaho entretejido de perdón y lamentos que te convierte en reina del reverso del cielo.
Cuando la soplas crece como si devorara la íntima sustancia de una llama
y se retrae como ciertas flores si las roza cualquier sombra extranjera.
No la dejes caer ni la sometas al hambre ni al veneno;
sólo conseguirías la multiplicación, un erial, la bastarda maleza en vez de olvido.
Porque tu pena es única, indeleble y tiñe de imposible cuanto miras.
No hallarás otra igual, aunque te internes bajo un sol cruel entre columnas rotas,
aunque te asuma el mármol a las puertas de un nuevo paraíso prometido.
No permitas entonces que a solas la disuelva la costumbre,
no la gastes con nadie.
Apriétala contra tu corazón igual que a una reliquia salvada del naufragio,
sepúltala en tu pecho hasta el final,
hasta la empuñadura.

domingo, 18 de noviembre de 2007

Haiku femenino. Hiramatsu Yoshiko.

Cortando la paja
Bajo estrellas marchitas
Mi guadaña golpea una tumba.
Si querés saber sobre haikus podés entrar acá .

jueves, 15 de noviembre de 2007

miércoles, 14 de noviembre de 2007

¿quién se lleva la tristeza?

Se va el abrazo, queda la tristeza.
Se va el potencial lector, queda la tristeza.
Se va mi padre, queda mi tristeza.
Se va lo horrible, queda la tristeza.
Se va lo hermoso, queda la tristeza.
Se va el amor, queda la tristeza.
Se va el desamor, queda mi tristeza.
Se va el alcohol, queda la tristeza.
Se va el perfume, queda la tristeza.
Se va el tiempo, queda la tristeza.
Se va el que vuelve, queda mi tristeza.
Se va el ruido que me trae miedo, queda la tristeza.
Se va el ladrón, queda mi tristeza.
Se va Marsella, queda la tristeza.
Se va la luna, queda mi tristeza.
Se va mi alma, queda la tristeza.
Estoy cansada, en un sentido amplio.

sábado, 10 de noviembre de 2007

Crave de Sarah Kane.

Fragmento de Crave, obra de Sarah Kane. Es así, sin comas, borbotón de palabras, sin puntos, sin respiro:
"quiero dormir a tu lado y hacerte las compras y cargarte las bolsas y decirte cuanto me gusta estar con vos pero me siguen obligando a hacer estupideces y quiero jugar a las escondidas y regalarte mi ropa y decirte cuanto me gustan tus zapatos y sentarme en el borde de la bañera mientras te das un baño y hacerte masajes en el cuello y darte besos en los pies y llevarte de la mano e irme con vos a cenar y que no me importe que comas de mi plato y encontrarme con vos en el Rudy’s y hablar del día y tipear tus cartas y llevar tus cajas y reírme de tus paranoias y regalarte discos que nunca escucharás y ver películas buenísimas y ver películas malas y quejarme del programa de radio y hacerte fotos mientras dormís y levantarme para prepararte café con tostadas y pancitos y salir con vos a tomar café al Florent en medio de la noche y dejar que me robes los cigarrillos y que nunca tengas fuego y contarte lo que vi en la tele la otra noche y acompañarte al oculista y no reírme de tus chistes y desearte por la mañana pero dejarte dormir un poco más y mientras darte besos en la espalda y acariciarte la piel y decirte cuanto me gusta tu pelo tus ojos tus labios tu cuello tu pecho tu culo
y sentarme a fumar en la escalera hasta que vuelva tu vecina y sentarme a fumar en la escalera hasta que vos vuelvas y preocuparme cuando te atrasás y asombrarme cuando te adelantás y regalarte girasoles e ir a tu fiesta y bailar hasta quedar negro y estar triste cuando me equivoque y feliz cuando me perdones y mirar tus fotos y desear haberte conocido desde siempre y tener mucho miedo cuando te enojes y se te ponga un ojo rojo y otro azul y el pelo hacia la izquierda y una cara de oriental y decirte estas preciosa y abrazarte cuando estés ansiosa y abrazarte más cuando sufras y desearte solo con olerte y abusarme al tocarte y gemir cuando esté a tu lado y gemir cuando no esté a tu lado y babear sobre tu pecho y envolverte toda la noche y sentir frío cuando me quites la manta y sentir calor cuando no lo hagas y derretirme cuando sonrías y desintegrarme cuando rías y no entender por qué creés que te estoy rechazando cuando no te estoy rechazando y preguntarme como podés pensar que yo sería capaz de rechazarte a vos y preguntarme quien sos pero aceptarte igual y contarte acerca del ángel del árbol del niño del bosque encantado que cruzó el océano porque te amaba y escribirte poemas y preguntarme porque no me creés y tener un sentimiento tan profundo que no encuentra palabras y querer comprarte un gatito y sentir celos de él cuando reciba más atención que yo y retenerte en la cama cuando te tengas que ir y llorar como un bebé cuando finalmente te vayas y vaciar los ceniceros y comprarte regalos que no quieras y llevármelos otra vez y pedirte que te cases conmigo y que me digas que no otra vez pero continuar pidiéndotelo porque aunque vos creas que no es en serio siempre fue en serio desde la primera vez y deambular por toda la ciudad pensando que sin vos está vacía y querer todo lo que querés y pensar que me estoy perdiendo a mí mismo y saber que con vos estoy a salvo y contarte de mí mismo lo peor e intentar darte lo mejor porque vos lo merecés y contestar tus preguntas cuando prefiera no hacerlo y decirte la verdad cuando en realidad no quiera e intentar ser honesto con vos porque vos lo preferís y pensar que todo se acabó pero aferrarme allí durante diez minutos más hasta que me eches fuera de tu vida y te olvides de quién soy e intentar acercarme a vos otra vez porque es hermoso aprender a conocerte y el esfuerzo vale la pena y hablarte mal en alemán y en peor hebreo y hacer el amor con vos a las tres de la madrugada y de alguna de alguna de alguna manera comunicarte algo de este amor arrasador abrumado incondicional omnipresente y sempiterno que libera la mente y enriquece el corazón este amor eterno y presente que siento por vos"

Cuerpo para Sarah Kane

El texto citado arriba puede verse y oírse en

los sábados a las 21 hs en No Avestruz

Humboldt 1857 - Capital Federal - Reservas: 4777-6956

crave /kreiv/ [del Inglés Antiguo crafian, implorar] v.t. 1. necesitar con urgencia, requerir 2. suplicar, implorar, pedir encarecidamente. 2. apetecer, anhelar, ansiar, desear vehementemente. ¾ ) sentir deseo vehemente (por), tener antojo (de), anhelar.

viernes, 9 de noviembre de 2007

Lo imborrable. Juan José Saer.

Tomatis, herido protagonista de la novela "Lo imborrable", relatando un amor pasado says:
"Es verdad que visto desde aquí de la orilla, el río en el que ayer estuve a punto de ahogarme es de una indiscutible belleza pero que me cuelguen con un gancho del prepucio y me hagan girar si en el resto de mi putísima vida vuelvo a meterme otra vez en el agua".
El prólogo de la novela reza: "Alma, inclínate sobre los cariños idos".

jueves, 8 de noviembre de 2007

Hebe Uhart

Fragmento de "Guiando la hiedra"
"Aquí estoy acomodando las plantas, para que no se estorben unas a otras,
ni tengan partes muertas, ni hormigas.
Me produce placer ver cómo crecen con tan poco;
son sensatas y se acomodan a sus recipientes,
si éstos son chicos, se achican, si tienen espacio, crecen más.
(...) En eso pienso cuando riego y trasplanto
y en las distintas formas de ser de las plantas:
tengo una que es resistente al sol, dura, como del desierto, que tomó para si sólo el verde necesario para sobrevivir;
después una hiedra grande, bonita, intrascendente,
que no tiene la menor pretensión de originalidad
porque se parece a cualquier hiedra que se puede comprar en todos lados,
con su verde tornasolado.
Pero tengo otra hiedra, de color verde uniforme, que se volvió chica;
ella parece decir: "Los tornasoles no son para mí";
ella responde creciendo muy lentamente, umbría y segura en su cautela.
Es la planta que más quiero; de vez en cuando la guío,
yo comprendo para dónde quiere ir
y ella entiende para dónde yo la quiero guiar. (...)"

lunes, 5 de noviembre de 2007

Remedios para calmar el dolor

"Remedios para calmar el dolor" es un trabajo teatral que usa textos de Osvaldo Lamborghini, Hebe Uhart y del dr. Bach (sí, el de las flores). Hacen funciones los sábados a las 19.30 horas en Puerta Roja, Lavalle 3636, Buenos Aires. A mí me gustó. Sin ninguna discriminación de género, creo que es más apto para la audiencia femenina. (¡Dicen Antiprímula!).
Advertencia.
Chicas: llevar carilina y evitar ir en esos días de desasosiego mujeril. Tiene momentos preciosos.

Leonard Cohen

"...creo que una de las cosas que todos amamos es una canción triste. No sé cuáles son las características, pero todos han experimentado la derrota de sus vidas. Nadie tiene una vida que haya resultado tal como la había pensado. Todos empezamos como los héroes de nuestros propios dramas en el centro del escenario e inevitablemente la vida nos mueve del centro, derrota al héroe, da vuelta la trama y la estrategia, y nos quedamos a los costados, preguntándonos por qué ya no tenemos un papel en la maldita cosa. Todos han experimentado esto, y cuando se nos presenta dulcemente, el sentimiento se mueve de corazón a corazón y nos sentimos menos aislados y nos sentimos parte de la gran cadena humana, algo que está realmente involucrado con el reconocimiento del fracaso."

jueves, 1 de noviembre de 2007

a propósito del Duelo - Barthes

Cada tanto vuelvo a "Fragmentos de un discurso amoroso", de Roland Barthes. Siempre le encuentro algo distinto. Siempre me ayuda a pensar. Es como una especie de I ching occidental.

Mi tristeza pertenece a esa franja de la melancolía en que la pérdida del ser amado permanece abstracta. Carencia redoblada: no puedo siquiera investir mi desdicha, como en el tiempo en que sufría por estar enamorado. En ese tiempo deseaba, soñaba, luchaba; un bien estaba ante mí, simplemente retardado, atravesado por contratiempos. Ahora ya no hay resonancias; todo es calmo, y es peor. Aunque justificado por una economía -la imágen muere para que yo viva-, el duelo amoroso tiene siempre un remanente: una expresión regresa sin cesar: "¡Qué lástima!"

Believe or not believe, that´s the BIG question

no se puede creer en dios y en el amor
si uno usa un poco la cabeza hay contradicción
lo primero no me tocó, lo segundo me lastima
esta noche no creo, en nadie
¡que me libren y me guarden!
mañana será otro día...