viernes, 12 de diciembre de 2008

Un clásico: KANTOR

LA NO-REPRESENTACIÓN El estado de no-representación es posible, cuando el actor se acerca a su propio estado personal y a su situación, cuando ignora y supera la ilusión (el texto) que sin cesar lo arrastra y lo amenaza. Cuando crea su propio curso de los acontecimientos, estados, situaciones, que entran en colisión con el curso de los acontecimientos de la ilusión del texto, o están completamente aislados. Esto parece imposible Y sin embargo la posibilidad de transgredir ese umbral de lo imposible es fascinante. De un lado la realidad del texto, del otro el actor y su comportamiento. Dos sistemas sin relación, independientes, que no se ilustran. La “conducta” del actor debe “paralizar” la realidad del texto. Entonces, la realidad del texto se hará concreta. Es posible que sea una paradoja, pero no en lo que respecta al arte.

martes, 9 de diciembre de 2008

blackbird fly!

painting by Santoro

Blackbird singing in the dead of night

Take these broken wings and learn to fly

All your life

You were only waiting for this moment to arise

Black bird singing in the dead of night

Take these sunken eyes and learn to see

all your life

you were only waiting for this moment to be free

Blackbird fly, Blackbird fly

Into the light of the dark black night.

Blackbird fly, Blackbird fly

Into the light of the dark black night.

Blackbird singing in the dead of night

Take these broken wings and learn to fly

All your life

You were only waiting for this moment to arise,oh

You were only waiting for this moment to arise, oh

You were only waiting for this moment to arise

domingo, 7 de diciembre de 2008

Ella (una manera de decir) usó mi cabeza como un revólver.

desasosiego

En las vagas sombras de luz por terminar antes que la tarde sea pronto noche, disfruto de errar sin pensar entre lo que la ciudad se vuelve, y ando como si nada tuviese remedio. Me agrada, más a la imaginación que a los sentidos, la tristeza dispersa que está conmigo. Vago, y hojeo en mí, sin leerlo, un libro de imágenes rápidas, del que voy formándome indolentemente una idea que nunca se completa. Hay quien lee con la misma rapidez con que mira, y concluye sin haberlo visto todo. Así saco del libro que se me hojea en el alma una historia vaga por contar, memorias de otro yo vagabundo, con avenidas de parques en medio, y figuras de seda varias, pasando, pasando. Súbitamente, los faroles muertos coinciden luces en las prolongaciones dobles de una calle larga y curva. Como un batacazo, mi tristeza aumenta. Es que se ha terminado el libro. Otra vida de la ciudad que anochece. Otra alma la de quien mira a la noche. Sigo inseguro y alegórico, irrealmente sintiente. Soy como una historia que alguien hubiese contado y, de tan bien contada, anduviese carnal, pero no mucho, en este mundo novela, en el principio de un capítulo: "En este momento, se podía ver a un hombre avanzar lentamente por la calle de..." ¿Qué tengo yo que ver con la vida?
***.
Fernando Pessoa

martes, 2 de diciembre de 2008

Soles de tibio efecto. (Me vino esa frase a la memoria y quise escribirla, sin mucho objeto).

uno más

Mi callejero no hacer nada vive y se suelta por la variedad de la noche.
La noche es una fiesta larga y sola.
En mi secreto corazón yo me justifico y ensalzo.
He atestiguado el mundo; he confesado la rareza del mundo.
He cantado lo eterno: la clara luna volvedora y las mejillas que apetece el amor.
He conmemorado con versos la ciudad que me ciñe.
y los arrabales que se desgarran.
He dicho asombro donde otros dicen solamente costumbre.
Frente a la canción de los tibios, encendí mi voz en ponientes.
A los antepasados de mi sangre y a los antepasados de mis sueños.
he exaltado y cantado.
He sido y soy.
He trabado en firmes palabras mi sentimiento.
que pudo haberse disipado en ternura.
El recuerdo de una antigua vileza vuelve a mi corazón.
Como el caballo muerto que la marea inflige a la playa, vuelve a mi corazón.
Aún están a mi lado, sin embargo, las calles y la luna.
El agua sigue siendo grata en mi boca y el verso no me niega su música.
Siento el pavor de la belleza; ¿quién se atreverá a condenarme si esta gran luna de mi soledad me perdona? ***.
CASI JUICIO FINAL, Jorge Luis Borges.