jueves, 31 de julio de 2008

el amigo de Konrád

"Konrád sí que palidecía cada vez que escuchaba música. Cualquier tipo de música, incluso la más popular, lo tocaba tan de cerca como si le estuvieran tocando el cuerpo de verdad. Palidecía, sus labios temblaban. La música le decía algo que los demás no podían comprender. Probablemente las melodías no le hablasen al intelecto. La disciplina en la que vivía, en la que había crecido, la disciplina que le había ayudado a obtener su lugar y su rango en el mundo, la disciplina que él mismo había elegido de manera voluntaria -como el creyente que escoge por sí solo la culpa y el castigo-, esa disciplina desaparecía en tales momentos, y su cuerpo tenso y crispado se relajaba..."

"Yo he llegado a pensar que la amistad es un lazo parecido a la unión fatal de los gemelos. Esa peculiar correspondencia de las vocaciones, de las simpatías, de los gustos, de los aprendizajes, de las emociones ata a dos personas y les asigna un mismo destino. Hagan lo que hicieran contra el otro, sus destinos seguirán siendo comunes. Huyan donde huyeren, seguirán sabiendo el uno del otro lo que resulte importante. Ya elijan un nuevo amigo o una nueva amante, no se librarán de sus vínculos sin el permiso secreto y tácito del otro. El destino de estas personas transcurre así, de manera paralela, aunque el uno se aparte del otro y se vaya muy lejos, al trópico, por ejemplo. Todo eso pensé, distraídamente, allí, en tu habitación, el día de tu huida..."

"Nosotros éramos amigos -dice en voz muy alta-. Entérate de una vez, por si todavía no lo sabes. Claro que lo sabes, lo habrás descubierto antes o después, en el trópico o en otra parte. Éramos amigos, y esta palabra tiene unos significados cuya responsabilidad sólo la conocen los hombres..."

"No se puede ser pariente de Chopin sin consecuencias..."

miércoles, 30 de julio de 2008

El resplandor (de la navaja)

De cuando te encandilabas en la arena
por la infranqueable armadura de su piel
recuerdo, la belleza y el silencio
¿por qué postales en sepia?
¿por qué dobleces con filo?
**
Es el sol, o el reflejo del sol de tu ventana
es el muro que besas en las noches
y sigue siendo de piedra encadenada
¿por qué flores de acero?
¿por qué corazones latiendo?
**
Sí, recuerdo, te degollaste (o te desollaste)
en invierno, en la noche, en silencio
¿inventaste su presencia en cada hueco?
al menos su perfume está
(calándote los huesos)
**
Un dolor agridulce me convidas
se abre en mi pecho una grieta (que grita)
y los ejércitos vienen sin tiempo
a despertar mi ceguera
como un reflejo gris, cortajeado
**
Si, ninfa de miel y jazmines
bailas para él en la sombra
y él cumple su ilusión guerrera
en un país sin guerra
(¿es esa estupidez la que enamora?)
**
Poema, click over: Coni

martes, 29 de julio de 2008

váse la negra noche

"Todavía era de noche. Era el momento exacto en que la noche se separa del día, el mundo inferior del mundo superior. Quizás haya otras cosas que también se separan en esos momentos. Se trata de ese último segundo en que todavía están unidos lo bajo con lo alto, la luz y las tinieblas, tanto en lo humano como en lo universal; cuando los dormidos despiertan de sus pesadillas, cuando los enfermos suspiran de alivio, porque sienten que se ha acabado el infierno de la noche y que desde ese mismo momento sus sufrimientos serán más ordenados, más comprensibles; es el instante en que la regularidad y transparencia del día revelan y separan lo que en la oscuridad de la noche era sólo un deseo fervoroso, un anhelo secreto, una pasión enfermiza y espantosa..."
de El último encuentro, Sándor Márai.

lunes, 28 de julio de 2008

cae la negra noche

Abriendo la carne, la sangre, los huesos, el pasado, el futuro, la memoria,
todo lo que el otro no necesita.
La noche se pone de lo más oscura que sabe.

lunes, 21 de julio de 2008

de príncipe

"Recuérdame en tus plegarias", pedía Hamlet a Ofelia cuando le gritaba "¡Vete a un convento!". Ese pestilente mundo no era para ella.

Ezra Pound

Saliste de la noche
Y había flores en tus manos,
Ahora saldrás de una muchedumbre,
De una confusión de habladurías sobre ti.
Yo que he sabido verte
entre las cosas esenciales
Me enojé cuando pronunciaron
tu nombre en lugares comunes.
Quisiera que las frías olas
fluyeran sobre mi mente,
Y que el mundo se secara
como una hoja muerta,
O como una semilla de diente de león
que fuera arrasada,
Así tal vez pueda hallarte de nuevo,
Sola.

old song

Break... break... break... break... break...
break... break... break... break... break... break...
I'm breaking away from you.
Open your hands and show me what your holding,
Is it an emerald, or is it a pearl?
What other information are you beholding?
You're such a funny girl.
Where is your mother, where did she go to?
Was your father a sailor or a thief?
Who were your brothers,
where did they came from?
I'd wish you'd tell me about them at least.
But you're so silent, you're so gentle,
I think my brain will go.
This town's your town, yeah,
this room's your temple.
And now you know what I have to go.
That's what it takes to love you.
That's what it takes to love you too.
That's what it takes to hate you too.
So I'll just wanna go.
Break... break... break... break... break...
break... break... break... break... break... break...
I'm breaking away from you.
Don't give me words with no meanings,
Don't give me problems that you can't solve.
Ha! Don't tell me now you're revealing
things we spoke of long ago.
I know your ways, I know you're silence,
This could go on all day.
This is the way this is the violence,
And now you know why I can't stay.
That's what it takes to love you.
That's what it takes to love you too.
That's what it takes to hate you too.
Break... break... break... break... break... break... break...
break... break... break... break...
I'm breaking away from you.

lunes, 14 de julio de 2008

según Mateo

"He llevado una vida desdentada, pensó. Una vida desdentada. Jamás he mordido, esperaba, me reservaba para más tarde, y acabo de darme cuenta de que ya no tengo dientes. ¿Qué hacer? ¿Romper el caparazón? Eso es fácil de decir. Y además, ¿qué quedaría? Una pequeña goma viscosa que se arrastraría en el polvo, dejando tras de sí una huella brillante."
"Es cierto, es cierto después de todo: tengo la edad de la razón".
***
“Transformo para mí la frase imbécil y criminal del profeta de ustedes, ese “pienso, luego existo” que tanto me hizo sufrir, pues “mientras más pensaba menos me parecía ser”, y digo: “me ven, luego soy”. Ya no tengo que soportar la responsabilidad de mi transcurrir pastoso: “el que me ve me hace ser, soy como él me ve. Vuelvo hacia la noche mi faz nocturna y eterna, me erijo como un desafío y digo a Dios: aquí estoy. Aquí estoy tal y como tú me ves, tal como soy. ¿Qué puedo hacer yo? “Tú me conoces y yo no me conozco.” ¿Qué puedo hacer sino soportarme? Y tú, “cuya mirada me crea eternamente”, sopórtame. ¡Mateo, qué dicha y qué suplicio! Por fin me he transformado en mí mismo. Me odian, me desprecian, me soportan, “una presencia me sostiene en el ser para siempre”. Soy infinito e infinitamente culpable. Pero “yo soy”. Mateo “soy”. Ante Dios y ante los hombres, soy.” (El aplazamiento).

martes, 8 de julio de 2008

navajas III

... esa luz maligna de las siete de la tarde... esa huidiza luz... esa luz estúpida que fue hermosa desde un ventanal...

La belleza es indiscutiblemente relativa. No fue la luz, fue el ventanal que la hizo bella por esa vez. No fue el ventanal, fue el sillón frente al ventanal. No fue el sillón, fue el silencio sobre el sillón frente al ventanal. No fue... Fuí yo.

Todo es ilusión momentánea, construcción, coyuntura. Y uno con eso.

domingo, 6 de julio de 2008

navajas II

No voy a hablarte nunca más de amor.
Hablaremos del perfume de las azucenas, de los novios idos y venideros, de Hebe Uhart, de Schumann o Nina Hagen, de la luz de las siete de la tarde, de la soledad de la noche, del miedo a la oscuridad, del miedo a los resultados del exámen médico, del miedo a uno mismo, del miedo innombrable, de la frondosidad de ciertos árboles, de nuestras madres, de la edad que empieza a pesarnos, de la exportación de soja, de lo lindo que es para vos el sur y para mí el norte, de la angustia que nos mastica algunos días. Hablaré de muchas cosas, pero nunca más de amor. Diré ramo, mora, Roma, armo, Omar... No es poco, después de todo. Hablaremos.
Aquella misma navaja hoy corta mi lengua.

sábado, 5 de julio de 2008

parientes

Click aquí para acceder a nota sobre el conflicto del ballet contemporáneo, y aquí para leer "Bailarines organizados".
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No mirar de costado, al compañero, mirar de frente, al enemigo. (J.D.P.)

Por Hebe Uhart - Supl. Radar 04/07/2008 (Click here para ver nota completa)

Una escritora elige su escena de película favorita. Adela en el espejo.
Una de las películas que más me impresionaron en mi vida es Adela H., con Isabelle Adjani. No necesito volver a verla porque la tengo absolutamente incorporada a mi memoria. Adela era hija de Victor Hugo y se fue a vivir a una ciudad de provincia; dormía en una buhardilla estrecha, leía mucho, iba a la librería y al banco a buscar el cheque que le mandarían de la casa, con tal de sacársela de encima (debería ser difícil). Tanto en el banco como en la librería tenía dos candidatos posibles que la miraban con buenos ojos, pero ella no tenía ojos para nadie porque estaba un poco loca. Su ruta era librería, banco, buhardilla. Pero también, porque estaba enamorada de un oficial de una guarnición destacado en esa ciudad (no me acuerdo si eso venía de antes). Y él era el prototipo de joven convencional, lindo, aplomado, de buenas maneras. Ella lo empieza a acosar; se le aparece de una forma muy extraña y abrupta; ella se hace presente como una recurrencia, como una maldición, él no sabe qué quiere ella de él, se acerca a los lugares que él frecuenta con el mismo paso firme que usaba para ir a la librería y al banco. Por fin él, picado por la curiosidad, le habla y queda en pasar a buscarla por la posada (qué mierda querría ella). La escena que más recuerdo es cuando él está esperando abajo (ella tarda mucho en bajar). Cuando por fin baja se había arreglado de forma muy desastrosa y aparatosa, como les pasa a ciertas novias que mejor no las hubieran arreglado nunca. Quedó más fea, pero esto no es tan terrible (no era fea) sino lo rara que quedó. Yo me identifico con ella no por la tardanza en bajar (siempre he ido a los más diversos foros más rápido que un bombero) sino porque imagino cómo empleó el tiempo previo a la cita: cuando yo me tenía que encontrar con algún novio y me esmeraba en aparecer muy bien, me quedaba un pirincho del pelo parado y no lo podía dominar. Posiblemente, esa forma de arreglarse tan artificiosa o mi pirincho parado tenga que ver con “Me tiene que querer de cualquier forma en que me vea, aunque mi aspecto sea amenazante o consternante”. La paradoja es que cuanto más rara aparece, más ella misma aspira a ser. Por supuesto que Adela H. no tiene éxito con ese oficial. Por más que se mude de guarnición ella lo sigue a todos lados, siempre con su paso decidido, el de ir a la librería y al banco. Porque ella no es una chica de hacer un paseo moderado, digamos ir a dar una vuelta al perro al centro mirando vidrieras: una vez que sale de la buhardilla, no para hasta Marte. Y así llega, finalmente, al Africa –enferma, harapienta y más loca que nunca–, y se reclina en el regazo de una negra vieja, que no le pregunta qué le pasa porque no conoce el idioma de Adela H., ni la siente amenazante porque, a lo mejor, cree que la locura es transitoria, y no se dedica a analizar mucho ni a denunciar públicamente la pobreza o las injusticias (ahora decimos cosas sesudas sobre la otredad o la alteridad). La negra sabe lo que Adela H. necesita.