sábado, 13 de septiembre de 2008

-Un día, ya entrada en años, en el vestíbulo de un edificio público, un hombre se me acercó. Se dio a conocer y me dijo: “La conozco desde siempre. Todo el mundo dice que de joven era usted hermosa, me he acercado para decirle que en mi opinión la considero más hermosa ahora que en su juventud, su rostro de muchacha me gustaba mucho menos que el de ahora, devastado”.
-Pienso con frecuencia en esta imagen que sólo yo sigo viendo y de la que nunca he hablado. Siempre está ahí en el mismo silencio, deslumbrante. Es la que más me gusta de mí misma, aquella en la que me reconozco, en la que me fascino.
-Muy pronto en mi vida fue demasiado tarde. A los dieciocho años ya era demasiado tarde. Entre los dieciocho y veinticinco años mi rostro emprendió un camino imprevisto. A los dieciocho años envejecí. No sé si a todo el mundo le ocurre lo mismo, nunca lo he preguntado. Creo que me han hablado de ese empujón del tiempo que a veces nos alcanza al transponer los años más jóvenes, más gloriosos de la vida. Ese envejecimiento fue brutal. Vi cómo se apoderaba de mis rasgos uno a uno, cómo cambiaba la relación que existía entre ellos, cómo agrandaba los ojos, cómo hacía la mirada más triste, la boca más definitiva, cómo gravaba la frente con grietas profundas. En lugar de horrorizarme seguí la evolución de ese envejecimiento con el interés que me hubiera tomado, por ejemplo, por el desarrollo de una lectura. Sabía, también, que no me equivocaba, que un día aminoraría y emprendería su curso normal. Quienes me conocieron a los dieciocho años, en la época de mi viaje a Francia, quedaron impresionados al volver a verme, dos años después, a los diecinueve. He conservado aquel nuevo rostro. Ha sido mi rostro. Ha envejecido más, por supuesto, pero relativamente menos de lo que hubiera debido. Tengo un rostro lacerado por arrugas secas, la piel resquebrajada. No se ha deshecho como algunos rostros de rasgos finos, ha conservado los mismos contornos, pero la materia está destruida. Tengo un rostro destruido.
***
La destrucción del rostro Marguerite Duras

12 comentarios:

GISOFANIA dijo...

ahhhhh, la divina Marguerite

¿Cómo negarle cualquier cosa que diga? Si lo dice tan bien!

Clases de Teatro dijo...

Ando Buscando "El Baile" y se me está haciendo difícil en este laberinto. ¿Estaba por acá verdad?.
Hoy me levanté asustado. El corazón me late muy fuerte, tengo miedo. ¿Será el amor? ¿Seré yo?. Las manos me tiemblan. Y este tema tan triste, tan de domingo realista. ¿Soy real? Quizás ese es el mayor miedo, ¿Qué hay de real en nosotros?.
Un abrazo.
P.D: Espero tus indicaciones para llegar a El Baile.
Besos!!! Buen domingo!!

antiprímula dijo...

G: Sip, poor Marguerite.
Algo: ¡Lo borré! Para destrabar un poco el laberinto.
Me gustaría poder decir "no te asustes", pero sería una estupidez con humos maternales. Se me ocurre una frase que hace días me acompaña: Se resiste hasta lo indecible. No exorcisa el miedo pero lo objetiva.

GISOFANIA dijo...

Esa frase, esa frase que se te ocurre para "algo..." acabo de incorporármela.
Y lo hago aunque sé que me romperá indefectiblemente el alma.

antiprímula dijo...

Giso: A olvidarla entonces, aprendamos a eludir lo que nos rompe el alma, al menos lo que no sea absolutamente inevitable.
(La frase es de Pavlovsky, no quisiera que se me acuse de plagio, yo la repito a nochiario.)

Angie Angelina dijo...

Ay, la divina Marguerite. El otro dia vi en Encuentro una entrevista hecha por el famoso Bernard Pivot, un lujo. Seguro lo pasan de nuevo.
saludos

antiprímula dijo...

Angie: Me dijeron pero no lo pude ver. Me dijeron también algo que me hizo llorar, el chabón que la entrevistaba le preguntó por qué tomaba (empinaba mucho el codo Marguerite, mucho), y ella contestó "porque dios no existe". Estremecedora.
Saludos, y gracias por la visita.

Angie Angelina dijo...

El sàdico le preguntò si el Chino de El amante habìa sido su mejor amante o algo asì, ella lo mirò, ojos transparentes brillosos, y solo asintiò y le puso la tapa al Pivot ese.

Anónimo dijo...

se me hizo un nudo en la garganta cuando vi el texto, no me vas a creer si te digo que hoy repasè mentalmente algunas de las frases que estàn allì..

La peli de Jean Jacques Annaud tambièn me gusto mucho..

Te mando un beso!

antiprímula dijo...

Angie: También me dijeron que era medio bobo el que entrevistaba, al menos frente a ella.
Anónimo: ¿Por qué no habría creerte? Cito una frase que nunca olvidé de una vieja obra: "Siempre dependí de la bondad de los extraños".

Angie Angelina dijo...

Ahhhhhhhh Blanche Dubois!!!!

antiprímula dijo...

Angie: síiiii!!! la mesma.