domingo, 14 de octubre de 2007

Los mansos de Alejandro Tantanian.

El hombre que amé se fue abriéndose la cabeza de un tiro: manchó los libros con su sangre.
Me despedí para siempre del amor cuando aquel tiro estalló en la cavidad de su boca.
La boca que yo besé.
El hombre que amé se llamaba Levón.
Cuando supe del amor, el destino me dio la furia y la sangre de Levón.
Fui mansa. Hasta aquel beso que reventó en mi boca. Muerte y más muerte. Muerte y más muerte. No entiendo. Muerte y más muerte. Las de otros. No la mía. Mi historia es un cuchillo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Se me estremecio el estomago, que conexión acerca del amor pasional y la muerte, que vision compartida (ojo y ojo) de dos cosas tan distintas, principio y final.

antiprímula dijo...

Los extremos se tocan. Es uno de los fragmentos más tristes y bellos que me tocó decir. Qué bueno que te haya gustado.
¿?
No creo que "gustado" sea la palabra adecuada. Bué...