viernes, 19 de octubre de 2007

La comedia. Más de El mito de Sísifo de Albert Camus.

Albert Camus en el Mito de Sísifo aborda ciertas reflexiones sobre la conciencia del absurdo. En unos de los capítulos toma al donjuanismo (excediendo el género), a los actores y a los conquistadores como posibles ejemplos de lo que llama "hombre absurdo", que según su definición viene a ser aquél que, sin negarlo, no hace nada por lo eterno. Más adelante suma a los escritores.
Esta definición de "absurdo" es muy escueta, habría que remitirse al libro para completarla. No será extendida aquí, solo se transcribe a continuación algunos fragmentos relacionados con la actividad del actor.
..."El espectáculo -dice Hamlet- es la trampa donde atraparé la conciencia del rey". Atrapar está bien dicho, pues la conciencia va rápidamente o se repliega. Hay que cazarla al vuelo, en ese lugar apenas sensible donde echa sobre sí misma una mirada fugitiva. Al hombre cotidiano no le gusta retrasarse. Todo lo apremia por el contrario. Pero, al mismo tiempo, nada le interesa más que él mismo, sobre todo lo que podría ser. De ahí su afición al teatro, al espectáculo, donde se le proponen tantos destinos cuya poesía percibe sin sufrir su amargura. En eso, por lo menos, se reconoce al hombre inconsciente, que continúa apresurándose hacia no se sabe qué esperanza. El hombre absurdo comienza donde aquél termina, donde, dejando de admirar el juego, el espíritu quiere intervenir en él. Penetrar en todas esas vidas, experimentarlas en su diversidad es propiamente representarlas. No digo que los actores en general obedezcan a ese llamamiento, que sean hombres absurdos, sino que su destino es un destino absurdo que podría seducir y atraer a un corazón clarividente. Es necesario sentar esto para que se entienda sin contrasentido lo que va a seguir... ...El actor reina en lo perecedero. Entre todas las glorias, la suya es, como se sabe, la más efímera. Así se dice, por lo menos, en la conversación. Pero todas las glorias son efímeras... ... Su arte consiste en fingir absolutamente, en penetrar lo más posible en vidas que no son la suya. Al término de su esfuerzo se aclara su vocación: dedicarse con todo su corazón a no ser nada o a ser mucho. Va a morir dentro de tres horas. En esas tres horas va hasta el final del camino sin salida que el hombre de la sala tarda toda su vida en recorrer... ... El actor tiene la monotonía, la silueta única, obsesionante, a la vez extraña y familiar del personaje absurdo que pasa a través de todos sus protagonistas. En eso es en lo que el actor se contradice: es el mismo y, no obstante, tan diverso, tantas almas resumidas por un solo cuerpo. Pero es la contradicción absurda misma este individuo que quiere alcanzarlo todo y vivirlo todo, esta inútil tentativa, esta obstinación sin alcance. Lo que se contradice siempre se une, no obstante, en él. Se halla en ese lugar en que el cuerpo y el espíritu se unen y se aprietan, en que el segundo, cansado de sus fracasos, se vuelve hacia su aliado más fiel... ... ¿Cómo no iba a condenar la Iglesia semejante ejercicio en el actor? Repudiaba en este arte la multiplicación herética de las almas, la orgía de emociones, la pretensión escandalosa de un espíritu que se niega a vivir solo un destino y se precipita en todas sus intemperancias. Proscribía en ellos esa afición al presente y ese triunfo de Proteo que son la negación de todo lo que Ella enseña. La eternidad no es un juego. Un espíritu lo bastante insensato para preferir una comedia ya no puede salvarse. No hay compromiso entre el "en todas partes" y el "siempre". De ahí que ese oficio tan despreciado pueda dar lugar a un conflicto espiritual desmesurado. ...Adriana Lecouvreur, en su lecho de muerte, quería confesarse y comulgar, pero se negó a renunciar a su profesión. Perdió con ello el beneficio de la confesión... ... Los comediantes de la época sabían que estaban excomulgados. Ingresar en la profesión era elegir el Infierno. Y la iglesia los consideraba sus peores enemigos. El actor sabía, por lo tanto, el castigo que se le prometía. ¿Pero qué sentido podían tener tan vagas amenazas en comparación con el último castigo que le reservaba la vida misma? Era éste el que sentía de antemano y aceptaba completamente. Para el actor, lo mismo que para el hombre absurdo, una muerte prematura es irreparable. Pero, de todos modos, se trata de morir. Pues el actor está, sin duda, en todas partes pero el tiempo lo arrastra también y ejerce efecto en él. Basta un poco de imaginación para sentir lo que significa un destino de actor. LLega un tiempo en que hay que morir en la escena y en el mundo. Lo que ha vivido está frente a él. Ve claramente. Siente lo desgarrador e irremplazable que tiene esa aventura. Sabe, y ahora puede morir. Hay casas de retiro para los comediantes viejos.

3 comentarios:

antiprímula dijo...

Finalmente tipeado. Sí.

Perro Negro dijo...

Camus era un groso de verdad, fue el primer tipo que se dió cuenta que el estatuto de la humanidad cambió cuando alcanzó el poder de autoextinguirse a través de las armas nucleares.
Anda por ahí en los kioskos a $12 "El hombre rebelde".
Y en la FLA se consigue aún una genialidad llamada "Ni víctimas ni verdugos".
El y Merleau Ponty fueron más allá que Sartre, cada uno a su manera.

antiprímula dijo...

Gracias Perro por la visita y por el dato de "El hombre rebelde". Un saludo.