sábado, 12 de abril de 2008

del Dr. Eduardo Pavlovsky

Cuando yo me apasiono o me enamoro de una mujer soy esclavo de la espera. Creo en ese momento que la felicidad sería el encuentro, después me doy cuenta que el alivio o la ausencia del dolor proviene de la desaparición de la imagen, no del encuentro. La mujer me encierra en mi mismo, en mi propia cárcel – eso me aterra. Lo intempestivo desaparece y la quietud se impone como algo estancado. Quedar detenido en el tiempo esperando, sabiendo que el próximo llamado va a producir nuevas inmovilidades. Todo permanece inmóvil, quieto – y los argumentos se repiten como fotos estáticas-.
Pero si encuentro una mujer y no me enamoro, cada encuentro puede tener el mérito de lo maravilloso, del descubrimiento. El abismo del vértigo del no saber cuándo el próximo encuentro. Y que si no lo espero siempre llega, y entonces soy feliz...
Acostumbrarse a vivir sin saber cuando. Esa es la clave. Acostumbrarse a vivir sin esperar nada, ni la muerte... si fuera posible.

3 comentarios:

antiprímula dijo...

Cuando me apasiono o me enamoro de un hombre...
Ídem.

Anónimo dijo...

De dónde viene esto? qué obra? Está muy bueno para paladearlo un poco mas, ja!

antiprímula dijo...

Maxi: Es de Sólo brumas. Besos.