domingo, 29 de julio de 2007

Cierro un domingo más con semejante belleza...

Defiéndeme Señor. (El vocativo no implica a Nadie. Es sólo una palabra de este ejercicio que el desgano labra y que en la tarde del temor escribo.) Defiéndeme de mí. Ya lo dijeron Montaigne y Browne y un español que ignoro; algo me queda aún de todo ese oro que mis ojos de sombra recogieron. Defiéndeme, Señor, del impaciente apetito de ser mármol y olvido; Defiéndeme de ser el que ya he sido, el que ya he sido irreparablemente. No de la espada o de la roja lanza, defiéndeme, sino de la esperanza. Jorge Luis Borges

2 comentarios:

wojaczek dijo...

"apetito de ser mármol y olvido"

nada mas.

antiprímula dijo...

para seguir borgeando: "solo esa piedra pido, las dos abstractas fechas y el olvido"