Nos encontramos en el manzano.
Era una noche cerrada, oscura.
Me dijo:¿Paseas?
Contesté: Siempre salgo.
El dijo: Yo también, siempre salgo.
Pero en ese momento, irrumpió la luna. Con todos sus tules.
Y una llaga, como si hubiese sido violada dentro del traje de novia.
-¿Qué tiene la luna?
- No sé.
A la enorme luz, se vio que yo estaba absolutamente desnuda;
sólo con las trenzas múltiples, larguísimas.
El traje de él era augusto y deslumbrante.
Como el de un guerrero.
Como el de un clavel.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario